jueves, 30 de agosto de 2018

¿QUIEN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?


El cuento viejo ha venido
aquí a pedir de cogote.
Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
guardarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
«¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?»

Ya escribí en otra ocasión, que las proclamaciones de independencia solo se pueden producir con la convicción suficiente para darlo todo, incluso el patrimonio y la vida Como en India, o Argelia por ejemplo.


Está claro que los independentistas, acostumbrados a burlarse del poder del Estado impunemente, por aquello de que los partidos políticos se lo iban a perdonar en cuanto les necesitasen para una investidura, no habían previsto que el Poder Judicial no estaba suficientemente controlado, y mucho menos que fueran a acabar en la cárcel.


En Cataluña no hay ningún Gandhi ni Ben Bella, solo maestro y apóstoles. Dificil es conseguir la independencia a base de manifestaciones, esteladas y lazos amarillos, ni con eventos de estilo goebbeliano: con demostraciones organizadas con banderas, asignación de localidades, uniformes, símbolos y slogans.  Ni con “Cridas” y reivindicaciones de un supuesto “derecho a decidir” que no existe en ninguna parte.


Todo eso no lleva a la independencia, tan solo puede llevar a la ruina económica o a la fragmentación de la sociedad con riesgo de disturbios y enfrentamientos y por último a la pérdida de la autonomía, como ya ocurrió en el pasado.

Al resto de los españoles, nos está llevando incluso al aburrimiento, y la comunidad internacional ya ni siquiera se acuerda.


Pero basta ver con que prudencia actúan los dirigentes independentistas, no se saltan ni un artículo del Código Penal, todas sus acciones están limitadas a lo que se pueda hacer sin incurrir en delito por miedo a ir a la cárcel. La cárcel les causa terror, la cárcel funciona con ellos.


Cuando ni siquiera estás dispuesto a arriesgarte a ir a la cárcel, entonces es que se trata de un independentismo descafeinado, de salón como se decía antes. No van
a ninguna parte.

Como se trata de independentismo de salón de ese que después de la “lucha” en la calle, los "combatientes" se van tranquilamente con la estelada liada al cuerpo, a tomarse una cerveza, o a ver un video en su casa sin tenerse que preocupar de nada más, está claro que ese movimiento no es más que lo que ahora se llama un "postureo" de cara a los medios extranjeros, que perjudica al conjunto de España, pero cada vez menos, el tema ya empieza a causar
aburrimiento.

Por eso  he comenzado con un fragmento de la escena IX del primer acto: de la comedia “La esclava de su galán”, obra de Lope de Vega donde el ratón que había permanecido callado pregunta “¿quien le pone el cascabel al gato?”

.
Y es lo que hay:¿Quién se atreve a proponer una ley inconstitucional?, ¿Quién se atreve a votarla?, ¿Quién se atreve a proclamar otra vez la independencia?, en resumen: ¿ quien le pone el cascabel al gato?.


Nadie. Cuando aparezca un voluntario, ya veremos, pero no se me ocurre quien.

No es broma

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