jueves, 1 de septiembre de 2016

Convidados de piedra

Trescientos cincuenta diputados depositarios de la soberanía popular, están sentados en sus escaños, esperando que alguien les diga lo que tienen que votar.

En su lugar, unos jefes de partido, a los que no hemos votado, son los que deciden mediante mandato imperativo, lo que nuestros representantes deberían decidir en el proceso de investidura, y lo que venga después, por supuesto. Para más INRI, los cabecillas de las llamadas izquierdas, cuando tienen que tomar alguna decisión concerniente al Parlamento, en lugar de consultar con los diputados electos, lo consultan a la militancia, cuerpo anónimo sin más mérito que el pago de una cuota, la derecha, ni siquiera esto.

¿Es esto un sistema democrático, votar a unos representantes  para que ejerzan como una manada de borregos, con cabestros, a los que se les dice incluso cuando tienen que  aplaudir?.

Esto no es una democracia, es la conversión de una buena constitución en un papel mojado, por parte de quienes dicen estar aquí para servir al pueblo, cuando en realidad están para servirse de él, de quienes nos han robado la soberanía y se han quedado con el monopolio del Poder. De unos profesionales de la política a los que no les interesa otra cosa que el escalamiento al Poder mediante el engaño, la mentira o cualquier otro medio por ruin que sea.

¿Quieren desatascar el proceso de investidura?, bien pues, antes de convocar nuevas elecciones, que se de libertad a los parlamentarios electos, para que voten en conciencia, por ejemplo, es mucho mas sencillo.

Y mucho más democrático, de hecho es lo que manda la Constitución.

No es broma