DOCTOR EN BAÑERAS
Un profesor mío de Constitucional, doctor en Derecho, se fue de vacaciones a Bilbao; durante el vuelo, una pasajera se sintió indispuesta y se desmayó, al cabo de un rato sonó en los altavoces que rogaban al doctor Pérez, él (que no es su nombre), que se identificase, lo cual hizo.
La azafata acudió y le rogaron que atendiese a la pasajera, a lo cual él contestó diciendo que nada sabía de medicina, a lo que la chica le respondió sorprendida, “¿pero en la lista pone que usted es doctor?.
Y es que en España solo utilizan el título los doctores en medicina, y algunos arquitectos, no sé porqué, supongo que por modestia. No ocurre así en Alemania donde nadie oculta su condición de doctor, lo cual me parece razonable, siempre que lo sea, claro, porque se de un caso en que un especialista en pulir bañeras, anteponía la palabra doctor a su nombre en su tarjeta, lo cual justificaba él por la excelencia de su trabajo.
Si lo lo que define a un doctor es la excelencia, entonces, el doctor en bañeras tenía cierta razón aunque careciese de título académico y francamente yo creo también que la palabra doctor está directamente asociada a esa excelencia, la cual tiene que ser demostrada en base a unos ejercicios de gran rigurosidad. Como se suponía que era.
Cuando terminé la carrera de Derecho, me plantee hacer un doctorado y estuve indagando en la universidad, con el resultado de que me pareció extremadamente difícil, demasiado para mí con mi tiempo.
Claro que por aquel entonces, yo no sabía que la mejor manera de hacer un doctorado, era apuntarse a uno de los dos partidos mayoritarios, al PSOE, o al PP. La verdad, si yo lo hubiese sabido, me lo hubiera planteado porque me hubiera hecho ilusión poner el título de doctor - máximo título académico- en mi tarjeta.
Y hablando de la tesis del “doctor”, Sánchez, considero que lo de un posible plagio, o las ayudas que hubiera podido recibir, aunque grave, no sería lo más relevante, lo verdaderamente grave, lo que está en el fondo, es el hecho de que haya conseguido un doctorado “cum laude”- nota máxima, nada menos- con un bodrio mediocre e insulso, que no aporta nada nuevo ni demuestra excelencia, tan solo la habilidad trepadora de ese individuo, al que no le duelen prendas cargarse a España por llegar al último peldaño de la escalera.
Y en cuanto a la Universidad (con mayúscula) estoy con Rivera en que hay que hacer legislación para entrar a saco en esos chiringuitos autonómicos, endogámicos, y partidistas donde lo que importa no es la calidad de los estudios, sino colocar gente y trabajar poco, como demuestra el hecho de que de las 83 universidades que hay en España, país puntero en cultura, no haya ninguna entre las 100 mejores del mundo.
Y va a resultar, que aunque existiese el gran chiringuito universitario, ahora el Doctor Sánchez lo ha puesto de manifiesto por su ansia trepadora, al final va a demostrar también que el hombre desciende del mono.
No es broma
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